martes, 13 de enero de 2015

LA REPRODUCCIÓN SOCIAL

Uno de los aspectos más conocidos de la obra de Bourdieu es la sociología de la educación. En vez de considerar a su trabajo como una aportación a un área específica de la sociología, es más apropiado considerarlo como una extensión de su teoría de la práctica para construir una teoría de la violencia simbólica y una teoría general de la reproducción social en las sociedades industriales avanzadas.

En uno de sus libros “Los estudiantes y la cultura” se hace un estudio sobre los estudiantes universitarios franceses en la década de los sesenta en el que se analiza en qué consiste el privilegio universitario y qué es lo que valora la enseñanza superior, se establece que los estudiantes más favorecidos aportan hábitos, modos de comportamiento y actitudes de su medio social de origen que les son enormemente útiles en sus tareas escolares, heredan saberes y un buen gusto cuya rentabilidad escolar es muy rentable.

Otra conclusión a la que llega en éste estudio, es que las diferencias que separan a los estudiantes, en función del medio social, o en la orientación de sus aficiones artísticas dependen de los factores de diferenciación social que pueden, en algunas ocasiones, anular sus efectos más evidentes y el pequeño burgués es capaz de compensar las ventajas que proporciona a los estudiantes de clase alta la familiaridad con la cultura académica. Cualquier clase de enseñanza presupone implícitamente un conjunto de saberes, una facilidad de expresión que son patrimonio de las clases cultas.

En otro libro titulado “La reproducción”, Bourdieu presenta una sucesión de proposiciones en las cuales se afirma que la escuela ejerce una violencia simbólica sobre sus usuarios, esta violencia simbólica es la imposición de sistemas de simbolismos y de significados sobre grupos o clases de modo que tal imposición se concibe como legítima. La legitimidad oscurece las relaciones de poder, lo que permite que la imposición tenga éxito. En la medida en que es aceptada como legítima, la cultura añade su propia fuerza a las relaciones de poder, contribuyendo a su reproducción sistemática.

Esto se logra a través de un proceso mediante el cual las relaciones de poder se perciben no como son objetivamente, sino como una forma que se convierte en legítima para el observador. La cultura es arbitraria en su imposición y en su contenido, lo que trae como consecuencia una noción de arbitrariedad y ésta no puede deducirse a partir de que sea lo apropiado o de su valor relativo.

El sustento principal del ejercicio de la violencia simbólica es la acción pedagógica, es decir la imposición de la arbitrariedad cultural, la cual se puede dar por tres vías: la educación difusa, que tiene lugar en el curso de la interacción con miembros competentes de la formación social en cuestión (un ejemplo del cual podría ser el grupo de iguales); la educación familiar y la educación institucionalizada (ejemplos de la cual pueden ser la escuela o los ritos de pasaje).

Todas las culturas cuentan con arbitrariedades culturales y como consecuencia con el proceso de socialización en el que se adquieren arbitrariedades culturales, en una sociedad dividida en clases coexisten distintas culturas y el sistema educativo contiene sus propias arbitrariedades culturales, las cuales son las arbitrariedades de las clases dominantes. La consecuencia de esto es que los niños de las clases dominantes, a diferencia de los de las clases dominadas, encuentran inútil a la educación.

Bourdieu explica la implicación de la idea de la arbitrariedad cultural para la enseñanza estableciendo que toda enseñanza, en la escuela o en el hogar, descansa en la autoridad, la gente debe aceptar el derecho de aquella persona que tiene autoridad a hacer o decir cosas, o de otro modo esta autoridad se desvanece.

Es así como en la escuela los alumnos han de aceptar el derecho del profesor a decirles lo que han de estudiar. Esto tiene una serie de implicaciones para el profesor, ya que el docente cuenta con una serie de límites sobre lo que legítimamente puede enseñar. Esto ocurre también en el resto de las instituciones culturales.

Desde el punto de vista de Bourdieu, las arbitrariedades culturales de la educación son las de las clases dominantes y son estas las que determinan los límites de la educación legítima, por tanto, la educación no es un juez independiente, los criterios para juzgar a los alumnos están determinados por la cultura de las clases dominantes y cultura que resulta modificada por el sistema educativo.

Existe una división del trabajo en la clase dominante entre aquellos agentes que poseen el capital político y económico y aquellos que poseen el capital cultural, y sugiere que mientras que el primero es dominante, el segundo tiene un cierto grado de independencia, especialmente dado su grado de control sobre el sistema educativo, el cual es el principal instrumento de la reproducción cultural.

El sistema educativo reproduce perfectamente la estructura de la distribución del capital cultural entre las clases, debido a que la cultura que transmite está mucho más próxima a la cultura dominante, ya que el modo de inculcación al que recurre está más cerca del modo de inculcación practicado por la familia de las clases dominantes.

La acción pedagógica, al reproducir la cultura con toda su arbitrariedad, también reproduce las relaciones de poder, también dicha acción pedagógica implica la exclusión de ciertas ideas como impensables, así como su inculcación. La autoridad pedagógica es un componente necesario o condición para una acción pedagógica exitosa. La autoridad pedagógica es tan fundamental que a menudo se identifica con la relación primordial o natural entre el padre y el hijo.

La autoridad no es uniforme en todos los grupos sociales, las ideas ejercen efectos distintos cuando se encuentran ante disposiciones preexistentes, esto significa que el éxito de la acción pedagógica está en función de que cada grupo o clase tiene un distinto criterio pedagógico, con lo anterior Bourdieu se refiere a una disposición hacia la educación que es resultado de la educación familiar y un reconocimiento de la importancia concedida a la educación.

Debido a la importancia del trabajo pedagógico, la acción pedagógica necesita tiempo y requiere consistencia, distinguiéndose de otras formas de violencia simbólica, en consecuencia las agencias pedagógicas son de mayor duración y estabilidad que otras agencias de violencia simbólica. Toda acción pedagógica es objetivamente una violencia simbólica en tanto que imposición, por parte de un poder arbitrario, de una arbitrariedad cultural. La función o efecto a largo plazo del trabajo pedagógico es la producción de disposiciones que generan las respuestas correctas a los estímulos simbólicos que emanan de las agencias dotadas de autoridad pedagógica.

Un elemento clave que explica las desigualdades educativas es el de capital cultural, Bourdieu desarrolló el concepto de capital cultural para analizar las diferencias en los resultados educativos que no eran explicados por las desigualdades económicas. Los bienes culturales o simbólicos difieren de los bienes materiales en que el consumidor solo puede consumirlos aprehendiendo su significado.

El proceso de acumulación de capital cultural comienza en la familia y adopta la forma de una inversión de tiempo. Esta inversión produce dividendos en la escuela y en la universidad, en contactos sociales, en el mercado matrimonial y en el mercado de trabajo. El capital cultural no solo existe en la forma de disposiciones incorporadas, sino que también lo hace en la forma de títulos académicos.

En una sociedad dividida en clases el capital cultural está muy desigualmente distribuido. Un sistema educativo que pone en práctica una singular acción pedagógica, que requiere una familiaridad inicial con la cultura dominante, y que procede por medio de una familiarización imperceptible, ofrece una información y una formación que solo puede adquirirse por aquellos sujetos que poseen el sistema de predisposiciones que es condición para el éxito en la transmisión e inculcación de la cultura.

En resumen, una institución encargada de la transmisión de los instrumentos de apropiación de la cultura dominante que evita de modo sistemático la transmisión de los instrumentos indispensables para el éxito escolar es el monopolio de las clases sociales capaces de transmitir por sus propios medios los instrumentos necesarios para la recepción de su mensaje. Las escuela valora aquello que ella misma no es capaz de transmitir.

Al hacer aparecer las jerarquías sociales y la reproducción de estas jerarquías como algo basado en la jerarquía de dones, méritos, destrezas establecidas y ratificadas por sus sanciones, es decir, al convertir las jerarquías sociales en jerarquías académicas, el sistema educativo cumple una función de legitimación cada vez más necesaria para la perpetuación del orden social.


Los mecanismos objetivos que permiten a las clases dominantes mantener el monopolio de los establecimientos educativos más prestigiosos se ocultan tras un método perfectamente democrático de selección que considera solo el mérito y el talento. Bourdieu sugiere que los capitales culturales se producen, se distribuyen y se consumen en un conjunto de relaciones sociales relativamente autónomas de aquellas que producen otras formas de capital.


BIBLIOGRAFÍA:
Palacios, Jesús. La cuestión escolar.
Ediciones Coyoacan. México. 2007


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