Uno de los
aspectos más conocidos de la obra de Bourdieu es la sociología de la educación.
En vez de considerar a su trabajo como una aportación a un área específica de
la sociología, es más apropiado considerarlo como una extensión de su teoría de
la práctica para construir una teoría de la violencia simbólica y una teoría
general de la reproducción social en las sociedades industriales avanzadas.
En uno de sus libros “Los estudiantes y la cultura” se hace un estudio sobre los
estudiantes universitarios franceses en la década de los sesenta en el que se
analiza en qué consiste el privilegio universitario y qué es lo que valora la enseñanza
superior, se establece que los estudiantes más favorecidos aportan hábitos,
modos de comportamiento y actitudes de su medio social de origen que les son
enormemente útiles en sus tareas escolares, heredan saberes y un buen gusto
cuya rentabilidad escolar es muy rentable.
Otra
conclusión a la que llega en éste estudio, es que las diferencias que separan a
los estudiantes, en función del medio social, o en la orientación de sus aficiones
artísticas dependen de los factores de diferenciación social que pueden, en
algunas ocasiones, anular sus efectos más evidentes y el pequeño burgués es
capaz de compensar las ventajas que proporciona a los estudiantes de clase alta
la familiaridad con la cultura académica. Cualquier clase de enseñanza
presupone implícitamente un conjunto de saberes, una facilidad de expresión que
son patrimonio de las clases cultas.
En otro libro titulado “La reproducción”, Bourdieu presenta una sucesión de proposiciones en las cuales
se afirma que la escuela ejerce una violencia simbólica sobre sus usuarios,
esta violencia simbólica es la imposición de sistemas de simbolismos y de
significados sobre grupos o clases de modo que tal imposición se concibe como
legítima. La legitimidad oscurece las relaciones de poder, lo que permite que
la imposición tenga éxito. En la medida en que es aceptada como legítima, la
cultura añade su propia fuerza a las relaciones de poder, contribuyendo a su
reproducción sistemática.
Esto se logra
a través de un proceso mediante el cual las relaciones de poder se perciben no
como son objetivamente, sino como una forma que se convierte en legítima para
el observador. La cultura es arbitraria en su imposición y en su contenido, lo
que trae como consecuencia una noción de arbitrariedad y ésta no puede deducirse
a partir de que sea lo apropiado o de su valor relativo.
El sustento
principal del ejercicio de la violencia simbólica es la acción pedagógica, es
decir la imposición de la arbitrariedad cultural, la cual se puede dar por tres
vías: la educación difusa, que tiene lugar en el curso de la interacción con
miembros competentes de la formación social en cuestión (un ejemplo del cual
podría ser el grupo de iguales); la educación familiar y la educación
institucionalizada (ejemplos de la cual pueden ser la escuela o los ritos de
pasaje).
Todas las
culturas cuentan con arbitrariedades culturales y como consecuencia con el
proceso de socialización en el que se adquieren arbitrariedades culturales, en
una sociedad dividida en clases coexisten distintas culturas y el sistema
educativo contiene sus propias arbitrariedades culturales, las cuales son las
arbitrariedades de las clases dominantes. La consecuencia de esto es que los
niños de las clases dominantes, a diferencia de los de las clases dominadas,
encuentran inútil a la educación.
Bourdieu
explica la implicación de la idea de la arbitrariedad cultural para la
enseñanza estableciendo que toda enseñanza, en la escuela o en el hogar,
descansa en la autoridad, la gente debe aceptar el derecho de aquella persona
que tiene autoridad a hacer o decir cosas, o de otro modo esta autoridad se
desvanece.
Es así como en
la escuela los alumnos han de aceptar el derecho del profesor a decirles lo que
han de estudiar. Esto tiene una serie de implicaciones para el profesor, ya que
el docente cuenta con una serie de límites sobre lo que legítimamente puede
enseñar. Esto ocurre también en el resto de las instituciones culturales.
Desde el punto
de vista de Bourdieu, las arbitrariedades culturales de la educación son las de
las clases dominantes y son estas las que determinan los límites de la
educación legítima, por tanto, la educación no es un juez independiente, los
criterios para juzgar a los alumnos están determinados por la cultura de las
clases dominantes y cultura que resulta modificada por el sistema educativo.
Existe una
división del trabajo en la clase dominante entre aquellos agentes que poseen el
capital político y económico y aquellos que poseen el capital cultural, y
sugiere que mientras que el primero es dominante, el segundo tiene un cierto
grado de independencia, especialmente dado su grado de control sobre el sistema
educativo, el cual es el principal instrumento de la reproducción cultural.
El sistema
educativo reproduce perfectamente la estructura de la distribución del capital
cultural entre las clases, debido a que la cultura que transmite está mucho más
próxima a la cultura dominante, ya que el modo de inculcación al que recurre
está más cerca del modo de inculcación practicado por la familia de las clases
dominantes.
La acción
pedagógica, al reproducir la cultura con toda su arbitrariedad, también
reproduce las relaciones de poder, también dicha acción pedagógica implica la
exclusión de ciertas ideas como impensables, así como su inculcación. La
autoridad pedagógica es un componente necesario o condición para una acción
pedagógica exitosa. La autoridad pedagógica es tan fundamental que a menudo se
identifica con la relación primordial o natural entre el padre y el hijo.
La autoridad
no es uniforme en todos los grupos sociales, las ideas ejercen efectos
distintos cuando se encuentran ante disposiciones preexistentes, esto significa
que el éxito de la acción pedagógica está en función de que cada grupo o clase
tiene un distinto criterio pedagógico, con lo anterior Bourdieu se refiere a
una disposición hacia la educación que es resultado de la educación familiar y
un reconocimiento de la importancia concedida a la educación.
Debido a la
importancia del trabajo pedagógico, la acción pedagógica necesita tiempo y
requiere consistencia, distinguiéndose de otras formas de violencia simbólica,
en consecuencia las agencias pedagógicas son de mayor duración y estabilidad
que otras agencias de violencia simbólica. Toda acción pedagógica es
objetivamente una violencia simbólica en tanto que imposición, por parte de un
poder arbitrario, de una arbitrariedad cultural. La función o efecto a largo plazo
del trabajo pedagógico es la producción de disposiciones que generan las
respuestas correctas a los estímulos simbólicos que emanan de las agencias
dotadas de autoridad pedagógica.
Un elemento
clave que explica las desigualdades educativas es el de capital cultural,
Bourdieu desarrolló el concepto de capital cultural para analizar las
diferencias en los resultados educativos que no eran explicados por las
desigualdades económicas. Los bienes culturales o simbólicos difieren de los
bienes materiales en que el consumidor solo puede consumirlos aprehendiendo su
significado.
El proceso de
acumulación de capital cultural comienza en la familia y adopta la forma de una
inversión de tiempo. Esta inversión produce dividendos en la escuela y en la
universidad, en contactos sociales, en el mercado matrimonial y en el mercado
de trabajo. El capital cultural no solo existe en la forma de disposiciones
incorporadas, sino que también lo hace en la forma de títulos académicos.
En una
sociedad dividida en clases el capital cultural está muy desigualmente
distribuido. Un sistema educativo que pone en práctica una singular acción
pedagógica, que requiere una familiaridad inicial con la cultura dominante, y
que procede por medio de una familiarización imperceptible, ofrece una
información y una formación que solo puede adquirirse por aquellos sujetos que
poseen el sistema de predisposiciones que es condición para el éxito en la
transmisión e inculcación de la cultura.
En resumen,
una institución encargada de la transmisión de los instrumentos de apropiación
de la cultura dominante que evita de modo sistemático la transmisión de los
instrumentos indispensables para el éxito escolar es el monopolio de las clases
sociales capaces de transmitir por sus propios medios los instrumentos
necesarios para la recepción de su mensaje. Las escuela valora aquello que ella
misma no es capaz de transmitir.
Al hacer
aparecer las jerarquías sociales y la reproducción de estas jerarquías como
algo basado en la jerarquía de dones, méritos, destrezas establecidas y
ratificadas por sus sanciones, es decir, al convertir las jerarquías sociales
en jerarquías académicas, el sistema educativo cumple una función de
legitimación cada vez más necesaria para la perpetuación del orden social.
Los mecanismos
objetivos que permiten a las clases dominantes mantener el monopolio de los
establecimientos educativos más prestigiosos se ocultan tras un método
perfectamente democrático de selección que considera solo el mérito y el
talento. Bourdieu sugiere que los capitales culturales se producen, se
distribuyen y se consumen en un conjunto de relaciones sociales relativamente
autónomas de aquellas que producen otras formas de capital.
BIBLIOGRAFÍA:
Palacios, Jesús. La cuestión escolar.
Ediciones Coyoacan. México. 2007
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